martes, 1 de enero de 2013

¿Cómo eran las prácticas funerarias de los romanos?

Seguimos en la planta alta del Museo. La entrada de hoy nos lleva a Roma, pero no a la gran urbe de la península Itálica, sino a su presencia en Iberia, o lo que ellos llamaron Hispania.

Conjunto epigráfico. Museo Arqueológico de Murcia.
Para empezar, diremos que lo más importante para un romano era morir con dignidad. Para ello requerían siempre el ritual necesario y una tumba en la que descansarían sus restos, ya que si se enterraba a alguien sin seguir los cánones establecidos, se decía que su alma se vería condenada a vagar por los siglos de los siglos. El ceremonial era para la familia del difunto algo incuestionable. La sepultura y el ajuar debían estar lo más detallado posible. Pero claro, no siempre se disponía de fondos suficientes para costear todo el proceso de una inhumación o de un nicho para depositar las cenizas del difunto, por no hablar del terreno que se necesitaba para tal fin, y es por eso que en algunas ocasiones se utilizaba la tumba de otra persona sin ningún reparo, aun si la tumba de esa persona estaba epigrafiada con su testamento.
 Según la tradición, el último aliento del difunto era recogido por un familiar con un beso, evitando así que el alma cayese en manos de espíritus malignos o maldiciones...

El Museo Arqueológico de Murcia posee una colección epigráfica bastante interesante.

Lápida funeraria hecha en caliza. Necrópolis del Cerro del Castillo, Lezuza, siglo I a.C. Museo Arqueológico de Murcia

Desde el más antiguo código legal romano, se prohibía terminantemente enterrar cadáveres dentro del recinto urbano. Esta norma provocó la aparición de cementerios en la periferia de las ciudades, sobre todo en lugares cerca de las puertas de las murallas y las principales vías de acceso. Las necrópolis no eran espacios cercados, sino que coexistían con las villae (villas) y otros edificios.
La práctica funeraria más antigua en Roma era la incineración. A partir del siglo I, y muy especialmente del siglo II de nuestra era comenzó a recurrirse a la inhumación, destacando en esa decisión el auge del cristianismo, que sólo aceptaba esta práctica. Las creencias romanas en el más allá comportaban la realización de estos de rituales para el entierro y ofrendas. Destaca también la celebración de banquetes funerarios en fechas importantes.

Lápida funeraria en mármol negro. Necrópolis de Santa Lucía, Cartagena siglo I d.C. Perteneciente al mausoleo de libertos de la "gens" de los "labicii". Museo Arqueológico de Murcia

Lápida funeraria en mármol negro. Necrópolis de Santa Lucía, Cartagena siglo I d.C. Perteneciente al mausoleo de libertos de la "gens" de los "labicii". Museo Arqueológico de Murcia







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