lunes, 7 de enero de 2013

Los Íberos: un pueblo feroz y luchador

Guerreros Íberos Edetanos, con falcata, coraza de escamas, escudo ovalado, caetra y lanza
Este blog no podría estar completo sin dedicar un espacio a hablar de los guerreros Íberos, feroces combatientes que preferían la muerte a la deshonra. El historiador romano Tito Livio ya tuvo oportunidad de catalogar a semejante estirpe de combatientes, calificándolos de "ágiles, belicosos e inquietos. Hispania es distinta de Itálica. Es más dispuesta para la guerra a causa de lo áspero del terreno y del genio de los hombres". Pero no sólo Tito Livio se refirió a ellos. Antes que él, los griegos, que contrataban a Íberos como mercenarios en sus campañas, también describieron a este pueblo como aguerrido y luchador, que combatían incluso cuando la batalla estaba perdida, como si se burlaran de la muerte.
Estamos ante un pueblo que demostraría con hechos ser bastante apto para las armas allí donde combatieron. En cuanto a su fisionomía, eran de estatura por lo general pequeña, pero capaces de los más extremos sacrificios.   

 Cartago también se percató de la ferocidad y el arrojo en la batalla del pueblo Íbero, hecho que les llevó a ser respetados en el mundo Antiguo y es por eso que Aníbal, uno de los mejores generales y estrategas de la Historia militar los reclutó en gran número para nutrir su ejército, junto a tropas Celtas para la guerra contra Roma. 
Cuando Roma venció a Cartago en la Segunda Guerra Púnica, se lanzó a la conquista de Hispania. Una vez más asistimos a otra nación que manifiesta su admiración y respeto por el guerrero Íbero, al que define como muy leal y valeroso en combate. Destacar aquí la "devotio", una especie de juramento que hacía el guerrero Íbero y por la cual ningún soldado debía sobrevivir jamás a su jefe o caudillo si éste moría en combate. Daba igual si la batalla se ganaba o se perdía. Actuaban a modo de escolta personal y los romanos acudían a ellos cuando la situación del combate era crítica, a sabiendas de la lealtad inquebrantable que mostraban fuera cual fuera la situación.

*En la imagen de arriba vemos una figura que representa a un guerrero Íbero armado con falcata y portando casco, caetra, grebas y disco-coraza de bronce tachonado con el símbolo apotropaico de una cabeza de animal en el pecho. Era un animal que se consideraba sagrado y que protegería al guerrero en combate ahuyentando el mal.  

Falcata. Hierro, Ibérico. Sepultura 608. Cabecico del Tesoro, Verdolay
El Museo Arqueológico de Murcia dispone en sus salas de una gran colección de restos de armamento Íbero. Muchos os preguntaréis por qué la hoja de esta espada era curva y no recta. Pues bien, las primeras espadas sí que eran rectas, de mediano tamaño y se daban en el mundo argárico. Pero la hoja de falcata ibérica en forma de sable curvo obedece a su forma de usarla. Esta hoja se diseñó especialmente para tajar y si era jinete, para dar sablazos desde el caballo, en contraposición a los golpes de mandoble de las espadas rectas.
En cuanto a la empuñadura del arma, éstas solían tener forma de cabeza de caballo y formada por una serie de placas metálicas sujetas con remaches y en ocasiones damasquinados.

Pero no todo era perfecto. El mundo Ibérico era también un mundo de peleas y conflictos, en el que una comunidad se aliaba con otra para hacer la guerra buscando así afianzarse políticamente. Ésta era una de las formas de proceder de la aristocracia. Los guerreros se agrupaban en castas que a su vez eran mandadas por un líder carismático al que se le rendía un juramento de fidelidad. Digamos que el pueblo Íbero siempre ha sido y es cuna de durísimos soldados, pero muy mal jerarquizado.
A partir del siglo III a.C. será cuando los Íberos servirán como guerreros y jinetes de caballería para los ejércitos de Cartago y Roma...

De arriba a abajo: 1.Falcata, hierro. Cabecico del Tesoro, Verdolay siglo IV-V a.C. 2.Soliferrum, hierro. Cabecico del Tesoro, Verdolay siglo IV a.C. 3.Falcata con empuñadura de caballo, hierro. Cabecico del Tesoro, Verdolay siglo IV a.C. 4.Falcata, hierro. Cabecico del Tesoro, Verdolay. 5.Espada recta, hierro. Cabecico del Tesoro, Verdolay. Segunda mitad siglo III a.C. Museo Arqueológico de Murcia








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