Algunas de estas prácticas funerarias se asocian a una manifestación muy particular, como son la construcción de monumentos formados por grandes bloques de piedra, y que se conoce como megalitismo. Estos monumentos, que aparecen documentados desde el Neolítico, sirvieron para albergar enterramientos en grupo de inhumación.
El inmenso trabajo que suponía la ejecución de estos tipos de tumbas suponía uan compleja organización del trabajo en comunidad ya desde el III milenio en el sureste peninsular.
Con todo, se pueden distinguir diversas modalidades: las cuevas sepulcrales naturales o artificiales, el sepulcro de correrdor, el supulcro de galería, el sepulcro de falsa cúpula o mampostería o el sepulcro circular simple denominado rundgräber y el dolmen simple.
Por otro lado, los ajuares incluyen amuletos zoomorfos, vasos de yeso decorados con incisiones y color, ídolos en hueso, cerámicas decoradas, puntas de flecha y hojas en sílex, colgantes y, en la fase final, elementos campaniformes.
De la sala expositiva calcolítica, lo que más me ha llamado la atención ha sido sin duda el conjunto de restos óseos de la Cueva del Barranco de la Higuera, como el mostrado abajo:
Restos óseos de enterramiento múltiple con ajuar. Cueva del Barranco de la Higuera, Fortuna. Museo Arqueológico de Murcia |
Restos óseos de enterramiento múltiple con ajuar. Cueva del Barranco de la Higuera, Fortuna. Museo Arqueológico de Murcia |
En ocasiones se han documentado necrópolis en zonas cercanas a dichos poblados. Los rituales de enterramiento del período muestran una gran variedad, como cuevas naturales. artificiales y enterramientos megalíticos, en sepulcros circulares o los dólmenes simples pero que en Murcia no son muy abundantes, y que parecen recibir influencias de territorio andaluz.
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